Todos sómos víctimas y responsables de los prejuicios y estereotipos que creamos en nuestra mente. Una distorsión de la realidad elaborada por las limitaciones que tenemos como seres humanos, una necesidad de catalogar y ordenar. Encasillar a otra persona en base a experiencias previas y a la información que recibimos en nuestro cerebro a lo largo de los años.
Quizás debemos tratar de regresar a nuestra mente de niño, libre de estas ataduras mentales, para poder valorar y apreciar a las personas por lo que son.
Opino que el primer paso es ser consciente de esta situación y posteriormente emplear la razón para desmontar estas estructuras mentales. Seremos mucho más felices y haremos más felices a los demás .
Seamos o no creyentes, la frase viene al pelo: «dejad que los niños se acerquen a mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos”.
Por último os adjunto una breve lectura de el horror que puede causar los prejuicios llevados al extremo.
https://www.ushmm.org/outreach/es/article.php?ModuleId=10007679